miércoles, 31 de diciembre de 2014

Cuando el fútbol calmó la guerra


El 24 y 25 de diciembre de 1914, durante la Primer Guerra Mundial, los soldados ingleses y alemanes se atrevieron a hacer un breve armisticio y festejar la navidad juntos. Esos soldados que horas antes se aniquilaban de la manera más atroz, se juntaron aquella nochebuena para brindar y hasta ¡jugaron un partido de fútbol! Se cumplieron cien años de la tan conocida Tregua de Navidad. Fue el día en que la humanidad y el fútbol le ganaron por goleada a la guerra.

El diario The Daily Mirror y las noticias de aquella tregua.
Que “el fútbol nos une” es una de las frases más repetidas por quienes vivimos y sentimos tan de cerca este hermoso juego. Pero sería pertinente preguntarnos, ¿Qué tan de cierto hay en esta intrépida afirmación? ¿Es solo una frase de cliché sin pruebas ni sustentos, o realmente creemos en la magnitud del significado de la misma? ¿Podemos pensar en que una simple pelota de cuero pueda dejar, al menos por un rato, las diferencias y el odio a un costado? Esta nota tiene parte de esa respuesta.
Hace exactamente un siglo se llevaba a cabo una de los acontecimientos más nefastos de la historia de la humanidad. En territorio europeo se desarrollaba la Primer Guerra Mundial. El acontecimiento bélico, que dejó más  de 9 millones de muertos, también tuvo su pequeña tregua. El 24 y 25 de diciembre de 1914, luego de meses de fuego, heridos y muertos, la paz se apoderó del campo de batalla, al menos por un instante.
En Ypres (Bèlgica), las tropas de la Triple Alianza y la Triple Entente se masacraban sin piedad hasta que en las trincheras alemanas, decidieron cambiar el ruido de las balas por canciones y adornos navideños. Al ver esto, dada la cercanía de las mismas, no tardó en llegar la respuesta de los ingleses y franceses (aliados frente al enemigo en común), quienes se sumaron con sus cantos a la tregua. Fue entonces que por mensajes se desearon una feliz navidad. Además, esos hombres que horas antes se estaban asesinando con la más pavorosa crueldad, eligieron pasar la navidad unidos. Así fue que compartieron aquel momento con comida y bebidas de por medio.
El hermoso gesto tuvo su punto cúlmine cuando disputaron, en pleno campo de batalla, un partido de fútbol. Los soldados se aislaron de sus armas y dejaron correr la pelota por sobre el sangriento terreno. Crónicas de la época afirman que el partido terminó 3 a 2 para los alemanes. Lo importante, está más que claro, no fue el resultado.
Enterados de esto, los jefes de ambos ejércitos, no pudieron soportar la confraternidad con el enemigo y ordenaron cuanto antes retomar la postura de guerra. A la mañana siguiente la paz se fugó y las armas volvieron a cargarse de muerte. Aunque nada pudo tapar tanto dolor, aquella jornada, es recordada cien años después, por ser el día en que la fraternidad derrotó a la obediencia debida. El fútbol se hizo presente para olvidar, por un rato, tanta crueldad. 

jueves, 11 de diciembre de 2014

Matthias Sindelar y su partido más difícil

Nacido en Viena, en el seno de una humilde familia judía, es considerado el mejor jugador austríaco de todos los tiempos. Lo apodaron “el Mozart del fútbol” por la genialidad que tenía con la pelota en sus pies. Hizo del fútbol un medio de protesta al régimen Nazi, el cual lo hostigó hasta el día de su dudosa muerte. Conocé la historia del jugador que se hizo acreedor de la antipatía de Hitler.


      Flaco, alto y desgarbado. Tenía aspecto de hombre frágil. Parecía que podía quebrarse en cualquier momento ante la primera patada desproporcionada que le dieran. No por capricho lo apodaron “El hombre de papel”. Con cara angulosa y mirada entristecida, su elegancia a la hora de tener el balón asombraba a propios y extraños. Su famélica contextura le permitía tener una admirable capacidad para eludir rivales. Parecía que se sostenía en la liviandad del aire.
     Matthias Sindelar, nació en Viena en una humilde familia judía. Su infancia la pasó detrás una pelota. Ya desde chico persiguió con tenacidad su sueño de ser futbolista. Con apenas 15 años, debutó en las divisiones infantiles del Hertha Viena, y a los 20 ya era figura del Austria Viena, en donde ganó tres copas de Austria.
     En 1926 el Mozart del fútbol, como lo apodaban por su vistoso estilo a la hora de asociarse con el balón, comenzó a formar parte de la selección de su país. Ese equipo fue ganándose el respeto por sus notables jugadores. El Wunderteam, como se lo llamaba a aquel conjunto europeo, producía la admiración del mundo futbolero, y tenía como figura y capitán, al hombre en cuestión. Los austriacos obtuvieron importantes resultados como la medalla plateada en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, y la semifinal en el Mundial 1934, en donde fueron “sacados”, en un partido dudoso (a Sindelar le anularon dos goles válidos por supuesto off side), por la Italia de Benito Mussolini, quien había utilizado el evento deportivo como propaganda fascista: la que ganara la Copa del Mundo no podían ser otra que la mismísima azzura.
      Pero la tiranía de los régimenes dictatoriales europeos fue el karma de Sindelar. Primero, como dijimos, tuvo que padecer a Mussolini.  Luego, Adolf Hitler sería el tormento de su vida. El excelso jugador no comulgaba con las ideas nazis. Todo lo contrario. Como judío repudiaba las aberrantes medidas tomadas por el Führer, y nunca dio un paso atrás a la hora de manifestarse en público en contra del gobierno totalitario alemán. Tal es así que el 3 de abril de 1938, Austria enfrentaría a Alemania en un partido organizado para celebrar la anexión de estos dos países. Unión, que obviamente, no se dio bajo ninguna acción democrática precisamente; sino que Alemania “invadió” con sus fuerzas a su país vecino para, como todo imperio, lograr su expansión e imponer sus ideas.
         Fue entonces que se llevó a cabo el partido, que muchos aseveraron que tenía el resultado puesto antes de empezar: los alemanes debían ganar sí o sí. Con las autoridades del Tercer Reich en el palco, no había opción. Pero fue entonces que la figura de Matthias Sindelar se volvió más grande aun. El Mozart del fútbol apareció con todo su esplendor para marcar un gol de antología dejando perplejos a los germanos. Pero la rebeldía del capitán no terminaría allí. Consumada la conquista, se negó a hacer el tradicional saludo fascista invocando respeto, y festejó con un baile provocativo frente al palco donde estaban las autoridades nazis. El partido terminó 2 a 0 a favor de Austria.
         A partir de aquel día comenzó una persecución del régimen contra el jugador por considerarlo “peligroso” y un  “subversivo de las ideas del sistema”. Sindelar se negó al exilio. También rechazó todas las citaciones para jugar en la selección germana, acusando lesiones, que obviamente, no tenía.  El constante hostigamiento del aparato represor lo llevaron a dejar el fútbol: el primer objetivo de Hitler estaba cumplido. Pero Führer fue por más. Su manual de procedimientos aberrantes le dictaba que debía deshacerse del talentoso jugador. La GESTAPO (Policía secreta alemana) se encargó de hacerle la marca personal más difícil de su carrera. Le estaba jugando un partido de vida o muerte.
          El hombre de papel tuvo que refugiarse en la clandestinidad, y después de estar desaparecido durante algunos meses, el 23 de enero de 1939 apareció sin vida en su departamento junto a su esposa, María Castagnola. La causa de muerte fue inhalación de monóxido de carbono. Algunos afirman que fue un suicidio y otros le atribuyen el horrendo desenlace a militares nazis. Cualquiera de las dos hipótesis fue causa de una obstinada persecución.
          Su fallecimiento provocó un gran impacto en la gente. A su funeral acudieron más de 15 mil personas desoyendo a las autoridades del Tercer Reich quienes alertaban severas represiones a los que acudieran al entierro.

         Fue el mejor futbolista de su país. Pero será recordado también por su valentía a la hora de oponerse a la crueldad de un sistema perverso que sometía a través del miedo y la represión. Sindelar es reconocido como un héroe en su tierra. Su partido. El partido de la memoria y el coraje, lo lleva ganado hace decena de años. 

sábado, 29 de noviembre de 2014

Roberto Gomez Bolaños, un "8" con gol

     Apasionado por la redonda, logró llevar el fútbol los escenarios. De chico tuvo una destacada labor dentro de las canchas que casi lo catapultan como jugador profesional. Confeso hincha del América de México, destacaba a Maradona, Pelé y Di Stéfano como sus máximos ídolos. Marcó a una generación de jóvenes que crecieron bajo su noble humor.  Esta es la historia que unió al genio de la actuación y la risa, con el mundo del fútbol.
       
       “La lleva Enrique Borja. Se prepara. Chuta y gooooool de Borjaaa”. Son extractos que se nos vuelven familiares, en donde la puerta de la vecindad hacía las veces de arco, la pelota playera de Quico representaba el balón, con la cual el Chavo convertía un gol de antología que nunca llegaba a ser tal, por diferentes imponderables que se le presentaban en el camino. Un personaje tragicómico que soñaba pero que lejos estaba de ser un buen futbolista.

        Y claro, el fútbol se metía en las series de Roberto Gomez Bolaños no por casualidad ni por un mero capricho, sino para plasmar lo que fue una de sus más grandes pasiones, más allá de lo estrictamente profesional. El fútbol lo marcó desde chico, y en sus producciones, lo hizo saber.
 Desde niño su interés por el deporte lo llevó a practicar boxeo. En su grupo de amigos todos hacían alguna actividad física. Cuentan que era de enojo fácil, un guapo que no le temía a las posibilidades de agarrarse a las trompadas si algo no le gustaba. Eso lo motivó a calzarse los guantes. Su desempeño, al principio, fue bueno. En un campeonato amateur salió subcampeón y al año siguiente logró ser el mejor. Cuando quiso ir más allá, y medirse en torneos más competitivos, no corrió con la misma suerte. El boxeo lo acomodó con un revés al mentón de su ego. Pensé que en mi peso no había nadie en el mundo que pudiera derrotarme. Y me metí en el campeonato aficionado de Guantes de Oro y sí me ganaron”, recordaba.
           Pero su verdadera pasión siempre fue el fútbol. Pasada su vaga experiencia arriba de un ring, Chespirito optó por lo que más placer le causaba: la redonda. Testigos fieles lo recuerda como un “gambeteador y goleador”. Jugaba de interior y, fiel a su costumbre, era un guapo también dentro de la cancha. Representó a su colegio -Instituto México- en varios torneos en donde tuvo actuaciones destacadas. Allí, a la edad de 16 años, conoció al costarricense Rodolfo “Butch” Muñoz, formador y director técnico que lo llevó al club Marte, en donde fue parte del equipo de juveniles. “El Sr. Muñoz me invitó a ingresar al Marte, equipo que participaba en la liga mayor de México. Jugué durante un tiempo hasta que abandoné el intento por mi bajo peso: 48 ó 49 kilos, algo que permitía a los rivales que me desplazaran”.
Chespirito en "El Chanfle"
           La ilusión de ser jugador profesional, que alguna vez se transformó en una idea mucho más terrenal, quedó trunca de adolescente. Su contextura física lo condicionó y lo privó del mayor de sus anhelos. Pero su afición por el fútbol no terminó allí. Admirador de Alfredo Distéfano, Pelé, Hugo Sánchez y Diego Maradona, se dejó ver como un acérrimo simpatizante del América de México. En 1979, logró conjugar su amor por el arte fílmico y su pasión por la redonda. Fue director, escritor y actor de El Chanfle, un largometraje en donde su personaje constaba de un atolondrado utilero del América que quería ser jugador profesional. El éxito en el papel de este entusiasta ayudante se plasmó en la taquilla; fue record en la pantalla grande, lo que hizo que se repitiera, años más tarde, con “El Chanfle II”.
Con uno de sus ídolos: Diego Maradona, en "La Noche del 10"
           En su serie más famosa, “El Chavo del 8”, se evidenciaba como un admirador profundo de Enrique Borja, un jugador destacado de Las Águilas del América en los años ’60 y ’70. En la tira, jugaba con Carlos Villagrán (Quico) a la pelota, y cuando tenía que elegir a un jugador para representar, siempre escogía al ex delantero. El mismísimo Borja se encargó de aseverar, un poco en broma y un poco en serio, que El Chavo fue fundamental para su popularidad. “Mi fama como futbolista se la debo al Chavo del ocho porque, al jugar futbol, siempre gritaba en el programa: ‘¡Goool de Borja!’, sostuvo en una entrevista al diario Nación de Costa Rica.
       En sus guiones también hacía alusión a la crítica jocosa hacía los árbitros, la selección de México y al resto de los equipos del país. Cuentan que era parte de chicanas meramente futboleras con Ramón Valdez (simpatizante del Necaxa) y con Carlos Villagrán, quien antes de la actuación, se desempeñó como periodista deportivo.

       Ayer pegó el portazo definitivo y se fue de ésta vecindad para siempre. Un encumbrado artista que permanecerá en la memoria de mucho de nosotros. Con un humor sano e inteligente, no necesitó recurrir a la parodia burda y soez para hacer reír a chicos y grandes. Con él se va también un gran aficionado a este hermoso juego. Alguien que supo conjugar la risa, el arte y el fútbol. Nada más, ni nada menos. 





martes, 25 de noviembre de 2014

Haciendo historia: ¡Bienvenidos a Primera, Cele!


     En el día de ayer, Temperley logró su tercer ascenso a la máxima categoría de nuestro fútbol. Su historia está compuesta de increíbles vaivenes y realidades disímiles en cortos periodos de años. Dueño de campañas elogiosas, tuvo que cerrar sus puertas en 1991 debido a la quiebra que luego lo obligó a participar en la Primera C. Los socios e hinchas, pilares en la refundación del club, hoy festejan el regreso a Primera después de 27 años.

Pita el árbitro. Desborda la emoción en los hinchas, jugadores y cuerpo técnico Celeste. Caen lágrimas de emoción. Los jugadores, víctimas del arrebato de sus indumentarias, dan un especie de semivuelta olímpica en cuero que no es tal.  Es ahí, cuando la cámara de la transmisión enfoca a un hombre entrado en años, de esos que peinan canas y recitan de pe a pa formaciones de equipos históricos. Está conmovido, emocionado, con los ojos llenos de lágrimas. Quizás haya algo más para ese señor que un ascenso a primera. Seguramente atrás quedaron historias adversas, descensos a categorías impensadas, una quiebra que lo dejó de rodillas y una refundación impulsada a pulmón por los propios socios. Trataremos de entender lo que sentía toda esa gente que ayer volvió a festejar el regreso a Primera después de 27 años.
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Ascenso en 1974

Los jugadores del Cele y su primer ascenso en 1974
El torneo de Primera B de aquel año otorgaba dos ascensos y se disputó con 20 equipos divididos en dos zonas de diez cada una, enfrentándose todos contra todos en partidos de ida y vuelta. Los cuatro primeros de cada grupo clasificaron a la “Zona Campeonato”, que permitía a los cuatro mejores pasar al cuadrangular final. Temperley se adjudicó el pasaje a esa instancia decisiva. En ese sprint final, el Cele venció a Estudiantes por 3 a 1 y empató con Lanus 1 a 1. El partido definitorio se jugó el 7 de diciembre, en la cancha de Sarmiento de Junín, y ante una multitud que lo acompañó, pudo gritar campeón después de empatar en un tanto frente a Unión. Por primera vez en su historia llegaría a la cima del fútbol argentino.



Ascenso en 1982

El regreso triunfal a la cúspide de nuestro fútbol se dio ocho años después. En aquel certamen se dieron ciertas modificaciones estructurales. Lo integraron 22 equipos divididos en dos zonas de once cada una y con dos ascensos disponibles. El primero de ellos se lo adjudicó San Lorenzo de manera holgada. Entonces, había que jugar un octogonal para dirimir quien se quedaría con el segundo. Temperley contaba con un equipo de jóvenes provenientes de la cantera. A ellos se sumaban la sapiencia de gente con suma experiencia y un gran entrenador que comenzaba a hacer sus primeras armas en el banco como Carlos Pachamé. El ansiado regreso a Primera se dio después de una interminable definición por penales contra Atlanta en cancha de Huracán. Fue 13 a 12 y ¡Ascenso para Temperley!

El gran equipo de 1982

Los Gasoleros

Temperley se ganó dicho apodo por la gran campaña del ascenso en 1974, cuando pudo llegar a la Primera con un equipo armado con exiguo presupuesto. Hizo honor del sobrenombre en 1883, realizando una campaña memorable, también con una escasa inversión, manteniendo el mismo plantel que venía de la segunda división. Los del sur fueron eliminados por Estudiantes en semifinales del Nacional. Una proeza para la entidad.


Quiebra y crisis institucional

El 28 de agosto de 1989, Temperley se declaró en quiebra, y dos años después, un fallo judicial dispuso que la institución debía cerrar sus puertas con el cese de todas las actividades sociales. Como el club no podía enfrentar sus gastos, sus bienes deberían ser rematados y el plantel profesional quedar en libertad de acción. Pero la suma de voluntades de los socios (algunos poniendo hasta sus propias casa de garantía), más la colaboración oportuna de los vecinos del barrio, se unieron por una causa: refundar un club caído a pedazos.
El acta que constata la quiebra del club
Fue entonces que el 24 de julio de 1993 quel el Gasolero, después de dos años de inactividad, volvió a disputar un partido profesional de AFA. Con un plantel emparchado y minado de juveniles, tuvo que empezar de cero, disputando el torneo de Primera C. El regreso fue triunfal con victoria a Tristán Suárez por 1 a 0.
Entre 1995 y 1997, los celestes llegaron hasta la Primera B Nacional. Lo que tan solo duró un suspiro, ya que en 1998 volvió a caer a la tercer categoría del fútbol argentino haciendo la peor campaña de su historia.

Con el ascenso sentenciado ayer, se escribió una página en la historia grande del club sureño. Será el lunes 24 de noviembre de 2014 el día que recuerden hasta el hartazgo aquellos hinchas que, alguna vez, salvaron a un club que estaba en el abismo. Y claro, también lo será para aquel hombre de estética setentona quien dejaba caer alguna lágrima luego del pitazo final ¡La Primera división los espera con los brazos abiertos luego de 27 años!


martes, 11 de noviembre de 2014

Fútbol y Música: Gardel y la redonda

   Te mostramos el costado futbolero de Carlos Gardel. Su simpatía por Racing y su afinidad con el plantel del Barcelona. Llevó el fútbol a sus tangos y tenía devoción por algunos jugadores de la época.

    El tango y el fútbol son dos pasiones bien arraigadas en el corazón argentino. Tienen la peculiaridad de haber nacido prácticamente juntos, como hermanos gemelos. Los dos se popularizaron en la Argentina al unísono (fines de siglo XIX y principios de siglo XX). Llegaron y calaron hondo en una sociedad que iba mutando por la ola inmigratoria. Sus actores también se mezclaban entre si: algunos jugadores se hacían de sus tiempos libres para ir a alguna tanguería, y conocer a sus artistas preferidos. Mientras tanto, ciertos cantautores de tango ponían al fútbol dentro de sus letras. Pasiones por sus equipos, idolatría a algún jugador o, simplemente, historias de picado.
    Si hablamos de tango cómo no referirnos al máximo exponente en el género musical: Carlos Gardel. No se autoproclamaba como un fanático del fútbol (su pasión, en realidad, era el turf), pero como buen artista, tenía cierta sensibilidad por las devociones populares. Y el fútbol era, sin duda, una de ellas.
     Por aquel entonces el equipo de “moda” era Racing Club. El primer conjunto formado íntegramente por jugadores criollos y que ganaba prácticamente cual torneo se disputaba. Su vistoso fútbol, que lo llevo al apodo “La Academia”, también deslumbró al zorzal criollo. Las voces de la época sostienen que más de una vez anduvo por la cancha de Racing. Además, su amistad con el delantero Pedro Ochoa u Ochoita, como lo apodó su amigo, reafirman aun más la teoría que da cuenta sobre su preferencia por los de Avellaneda.
     Gardel llevó su interés por el fútbol al escenario. En 1928, grabó en París “Patadura”, con letra de Enrique Carrera Sotelo y José López Ares. Unos años después cantó “Largue a esa Mujica” de Juan Sarcione, y en 1933, “Mi primer gol”. Pero El zorzal también se hacía presente para ver a Huracán que, por aquel entonces, era uno de los animadores de los campeonatos en la Argentina.
     Su apego futbolero trascendió las fronteras rioplatenses. Allá por 1923, la ciudad de Barcelona le abrió las puertas en uno de sus viajes. Fue entonces, que tejió una gran amistad con José Samitier, ídolo del conjunto culé. El Mago, como lo apodaban al talentoso jugador, conoció al propio Gardel porque frecuentaba el ambiente artístico y de la moda. La vida los presentó, y desde aquel entonces, los unió. Cuentas las crónicas de la época que el zorzal se hacía una “escapadita” (cuando el trabajo así lo permitía) para ver al Barsa, incluso viviendo en Paris. Tal es así, que se hizo muy allegado al plantel, y el propio grupo lo adoptó como “mascota”.
       En el campeonato del Mundo de 1930, Argentina debía jugar frente a Uruguay la final en tierras charrúas. Pancho Varallo, integrante de la delegación nacional, recordaba que Carlitos estuvo presente en el Hotel de la Barra antes del encuentro para saludar a los jugadores argentinos y desearles suerte. Pero la corriente uruguaya no demoró en responder y afirmar que también pasó para agasajar a la selección celeste.

Muchas son las historias que unen a Gardel con la pelota. No fue jugador, ni técnico ni dirigente. Lo suyo era la voz, la guitarra y la pluma. El fútbol requiere indefectiblemente de inspiración y la música es inspiración en estado puro. Quizás esa fue la génesis y el punto de contacto entre éste genio de la cultura popular y la redonda.

viernes, 7 de noviembre de 2014

El personaje: Dante Panzeri

      Transparente, frontal, analítico y verborrágico. Un rebelde con causa y un profesional de conducta y honestidad intachable. Cambió el modo de analizar el deporte, siempre con la libertad de prensa como dogma. Su mítica frase definiendo al fútbol como “la dinámica de lo impensado”, aún perdura en el tiempo. Te presentamos, en el día del periodismo deportivo, a un ícono de la profesión. Un ser tan prestigioso como controversial.



       Su vida junto a la máquina de escribir es, al día de hoy, objeto de análisis y discusión en éste medio. Sus pensamientos y sus frases tan polémicas dan muestra que estamos hablando de una persona que sabía de lo que opinaba, gusten o no sus formas. Es más, probablemente si viviese para ver esta nota, la criticaría con severa rigurosidad. Dante Panzeri fue de esos periodistas de los que hoy dudo que existan. Era un personaje que no se casaba con nadie, de pluma filosa y notas jugosas. “Todo periodista tiene que estar preparado para perder amigos. La actividad no tiene como objetivo ganarlos”, afirmaba.
       La relación más importante junto a un medio la tuvo en la revista “El Gráfico”. Allí trabajó durante 20 años (17 como redactor y tres como director). En ese tiempo escribió y se autoproclamó, entre otras cosas, un acérrimo detractor del Estudiantes de Osvaldo Zubeldía. “Estudiantes es la representación de la violencia para el lucro aplicada al fútbol”; “Es un imperio de la ilegalidad del fútbol”, sostenía. Detestaba el mal juego, trataba al boxeo como “la ilegalidad humana”, criticaba la importancia que se les daba a los directores técnicos y aborrecía a las entrevistas: “El deportista habla con el cuerpo. Nada encuentro de interesante de lo que puedan decir”.
          Renunció cuando, ya como director, uno de los dueños le quiso publicar una nota escrita por Álvaro Alsogaray – ex Ministro de Economía- a la cual él se negó. Ésta salió en la revista y Panzeri, fiel a sus principios, dejo su labor. Tan irreverente era que hasta levantó la bandera contra los militares, oponiéndose a la realización del Mundial de 1978. Sentía que había otras prioridades en el país, como la salud y la educación.
           Comenzó su periplo en el mundo del periodismo cuando tenía sólo 14 años, escribiendo para La Voz de San Justo. Trabajó también en El Día, Noticias Argentinas, La Prensa, La Opinión canal 7 y 11 y Radio Colonia, entre otros. Pero en ninguno duró mucho tiempo. Su personalidad era difícil de conjugar.
               Con tantos adherentes como enemigos, Panzeri era un admirador de Pelé, José Amalfitani y Roberto De Vicenzo. Falleció en 1978 cuando su labor en los medios había llegado a su fin. Dueño de una ética insoslayable, fue un icono de la profesión, y como tal, sus ideas perpetúan en el tiempo.        


Otras frases célebres:   

  •  “Somos fiscales, no jueces, debemos ser parciales a favor del bien y en contra del mal”
  • “Con la verdad se vende menos pero se gana más”
  • “Yo no participo de la comodidad del periodismo sin opinión”
  • El periodismo es el cumplimiento de la obligación de enseñar a pensar a la gente”
  • “Yo no busco adeptos. Es más, en algún caso me molestan"
  • “Los jugadores de ahora no son jugadores, son financistas. Tienen coraje para invertir y miedo para jugar. Con estos jugadores no puedo hacer amigos"

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Fútbol y Política: El “Che”, el fútbol y Rosario Central

        Nació en Rosario y al poco tiempo se fue a vivir a Córdoba. Era un apasionado por el rugby y un entusiasta jugador de fútbol.  Arquero por conveniencia más que por vocación, quiso diferenciarse de sus amigos y eligió a un equipo que representara a su ciudad; Rosario Central. Conocé el lado futbolero y “canalla” del Che.



El Che en Cuba antes de un "picadito".
   Mucho se ha escrito sobre la vida del Ernesto Guevara. Sus proezas a lo largo y a lo ancho del continente y sus convicciones revolucionarias.  La relación con Fidel Castro, la Revolución cubana o su lucha contra las ideas norteamericanas. Es más, también se ha escrito sobre su pasión por el rugby, deporte en el cual tuvo una destacable labor. Pero poco se sabe ciertamente sobre su relación con el fútbol. Hay quienes lo vinculan con Rosario Central u otros equipos, pero desde un lado más fetichista y con cierta frivolidad. Sin mucha investigación del caso, el hincha lo pinta en su bandera o su muro con la camiseta que más le conviene. Como motivo de orgullo, muchos buscan tener “en su equipo” a un personaje como él. Pero lo cierto que el Che se hizo hincha del fútbol y de Rosario Central más por interés que por pasión.
      Algunas crónicas de la época cuentan que viviendo en Córdoba todos sus amigos eran de River y de Boca. Las preferencias dominantes no le gustaban y por eso se vio en la necesidad de buscar otro club. Una teoría sostiene que se hizo hincha de Central porque era “el equipo del pueblo” de su ciudad natal. Otros aseguran que empezó a buscar un equipo que represente al lugar donde nació. En el nombre Rosario Central quedaba bien explícita la ciudad de dónde provenía, y cuando le preguntaran de donde era, podía decir con sumo orgullo: “Soy de Rosario, de Rosario Central”.
        Al pasar el tiempo su adhesión por el club fue cada vez mayor. Los días de partido trataba de averiguar, a como de lugar, el resultado del partido y las crónicas del mismo.  Además, en el conjunto Canalla jugaba uno de sus ídolos deportivos; Ernesto el chueco García, puntero izquierdo quien, años después, sería figura de Racing. No obstante y paradójicamente, Guevara nunca fue a ver a Rosario Central a la cancha.
Mural de los hinchas de Rosario Central con su cara.
         En lo que respecta a su labor futbolística no era más que un aficionado, un jugador tenaz, sin mucho lirismo pero con cierta hidalguía. Su problema de asma lo imposibilitó como jugador de campo y tuvo que recaer en el puesto de arquero que le exigía menos movilidad. Años más tarde formó un equipo en Alta Gracia en donde su actuación bajo los tres palos fue destacable. En uno de sus reportajes, Alberto Granado -compañero de andanzas de Guevara- manifestó que en los viajes al Norte, ellos jugaban al fútbol y que el Che se dejaba ver como un arquero “firme, mandón y con personalidad”. Su carrera política, su trabajo en la medicina, sus roles de comandante y de periodista/escritor, lo fueron separando de a poco de su relación con el fútbol.

          Es casi una obviedad afirmar que su vínculo con la pelota no es lo que más se destaca en su trayectoria. Pero desde este espacio te mostramos, con una perspectiva diferente , la otra visión de una personalidad tan mitificada: el lado futbolero de uno de los personajes más emblemáticos del Siglo XX.

martes, 4 de noviembre de 2014

Historias inéditas: Una "sentada" histórica


      El 8 de octubre 1933, San Lorenzo recibió a Gimnasia en un encuentro clave en la carrera al título. Ante los reiterados fallos arbitrales en su contra, los jugadores del Lobo decidieron realizar un inaudito método de protesta: ¡una sentada en pleno campo de juego! Después de recibir siete goles, el árbitro dio por suspendido el match y ganadores a los de Boedo, quienes se alzarían con el título aquel año.

El jugador de San Lorenzo convierte uno de los goles ante la pasividad premeditada del arquero Herrera.
      El campeonato de 1933 parecía tener dueño. Estaba todo dado para Gimnasia de La Plata pueda consagrarse campeón como años antes en el amateurismo. “El expreso” – como se lo conocía por su paso arrollador- era un quipo formidable que contaba con la base que había logrado el título en 1929. Ya sin Pancho Varallo (vendido a Boca), José María Minella tomó las riendas de líder y gran figura del conjunto tripero que mantuvo la punta durante 27 fechas. Pero los arbitrajes quisieron –vaya a saber por que razón- que eso no fuera así.
       Los platenses venían de un partido bastante desfavorable frente a Boca Juniors -uno de sus inmediatos perseguidores- en donde se le dio un penal a favor inexistente y se le convalidó un gol en claro offside al conjunto Xeneize. En la jornada 28, Gimnasia fue a Boedo, en donde lo esperaba un equipo en gran nivel que lo asechaba a sólo un punto debajo. Y vino la debacle. Después de un primer tiempo sin goles, el arbitro Rojo Miró cobró tiro libre para el Lobo ante una falta que había sido claramente – cuenta los testigos de aquella época- dentro del área. Otra vez la injusticia menoscababa la ilusión de Gimnasia. Pero eso no iba a ser todo, ya que minutos después, el colegiado iba a dar por válido un gol a San Lorenzo, luego de un remate, aduciendo que la pelota había superpuesto la línea de meta. Todos los presentes reconocieron que el arquero había parado el balón antes de que éste la traspusiera.
"El  Expreso", conocido a aquel equipo de Gimnasia de 1933
      El enfado se apodero del conjunto platense y decidieron, en modo de protesta y aversión ante la estrepitosa labor arbitral, sentarse en plena cancha. El juez siguió el encuentro y permitió que los jugadores azulgranas hicieran cuatro goles más. Luego de llegar al 7 a 1, Rojo Miró decidió dar por suspendido el partido y los tres puntos quedaron en manos de San Lorenzo, que luego ganaría dicho campeonato.
         El boicot sufrido por aquel equipo de Minella y compañía – más allá de la discutible reacción del equipo- aún perdura en aquellos memoriosos hinchas de Gimnasia, humillados por un fútbol que, ante la ausencia de televisión, se permitía estos arrebatos. “El expreso” tenía todo dado para alzarse campeón y no pudo o no lo dejaron. Más de ochenta años después el Lobo sigue sin poder coronarse campeón de Primera División. Un club con historias de adversidades e infortunios para derrochar.

Fútbol y Política: De la Marcha Peronista al arroz con leche

      El 24 de octubre de 1981, Nueva Chicago recibía Defensores de Belgrano y la hinchada local entonó las estrofas del himno justicialista. La policía, por ese entonces fuerza de seguridad del gobierno de facto del general Vola, detuvo a 49 simpatizantes. Al partido siguiente, y en clara señal de protesta, los hinchas verdinegros cantaron el “arroz con leche”.

A pesar de la censura, los diarios reflejaron aquel episodio.
       El tan ansiado ascenso estaba prácticamente consumado. Nueva Chicago se encaminaba a su primera temporada en la máxima categoría del fútbol argentino desde que el profesionalismo reina en nuestro fútbol. Esa tarde del 24 de octubre de 1981, Mataderos recibía a Defensores de Belgrano, y de ganar, su salto de categoría sería prácticamente un hecho.  El barrio y los alrededores estaban realmente convulsionados.
        Para proseguir con aquella crónica no debemos soslayar el contexto socio político que se estaba viviendo en nuestro país por aquel entonces. Eran tiempos de dictadura, de prescripciones de partidos políticos (el peronismo, el principal), de censura y de falta de libertad de expresión. “El proceso de reorganización nacional”, que ya comenzaba en decadencia, conducía el destino de nuestro país con el presidente de facto Viola a la cabeza.  
Chicago y el Peronismo, una relación muy estrecha.
           El local se alzó con la victoria de manera inexpugnable por 3 a 0. Pero no todo iba a ser felicidad para la gente de Mataderos. En medio del partido, en una clara muestra de desafío a la autoridad y de reivindicar la libertad de expresión,  la parcialidad local empezó a cantar el estribillo de la Marcha Peronista. Esto no gusto demasiado a las autoridades policiales que ordenaron reprimir a la gente una vez que ésta saliera del estadio. El saldo fue de 49 detenidos y otros tantos golpeados por la montada. Lo colorido fue que se los llevaron trotando hasta la comisaría a ancianos, mujeres y pibes. La gente de Los Perales reaccionó tirando piedras a los de la Montada, que llevaban a la gente como ganado”, recuerda Carlos Moreno, uno de los detenidos aquel día. Vale recordar que el número de apresados no fue superior sólo porque no había más patrulleros.
         Una semana después, el Torito enfrentó a Atlanta y los propios hinchas, con un tono jocoso pero también de repudio, cantaron el “arroz con leche”. Nueva Chicago y Mataderos siempre estuvieron muy arraigados al peronismo, quizás por eso es que fue la primera hinchada que cantó “el himno justicialista” en plena dictadura.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Pitazo inicial

     He aquí el comienzo de éste nuevo rincón para todos aquellos futboleros que quieran disfrutar de historias relacionadas con la redonda. Personajes extraordinarios, historias inverosímiles, récords, efemérides y, por que no, algunas apostillas que dieron que hablar. La finalidad de este espacio es recordar y hacer recordar a ustedes relatos del hermoso mundo futbolero de los que no se tiene conocimiento o que se hallan olvidados. En varios de ellos se entremezcla el arte, la cultura y la política.
Hecha la presentación, destapamos el baúl de los recuerdos para que puedan entrar a éste espacio y conocer lo que acontece o aconteció sobre la vida de los personajes que hicieron y hacen grande al deporte más popular de todos.

¡A disfrutar!