Nacido en Viena, en el seno de una humilde
familia judía, es considerado el mejor jugador austríaco de todos los tiempos.
Lo apodaron “el Mozart del fútbol” por la genialidad que tenía con la pelota en
sus pies. Hizo del fútbol un medio de protesta al régimen Nazi, el cual lo
hostigó hasta el día de su dudosa muerte. Conocé la historia del jugador que se
hizo acreedor de la antipatía de Hitler.
Flaco, alto y desgarbado. Tenía aspecto
de hombre frágil. Parecía que podía quebrarse en cualquier momento ante la
primera patada desproporcionada que le dieran. No por capricho lo apodaron “El
hombre de papel”. Con cara angulosa y mirada entristecida, su elegancia a la
hora de tener el balón asombraba a propios y extraños. Su famélica contextura
le permitía tener una admirable capacidad para eludir rivales. Parecía que se
sostenía en la liviandad del aire.
Matthias Sindelar, nació en Viena en una
humilde familia judía. Su infancia la pasó detrás una pelota. Ya desde chico
persiguió con tenacidad su sueño de ser futbolista. Con apenas 15 años, debutó
en las divisiones infantiles del Hertha Viena, y a los 20 ya era figura del
Austria Viena, en donde ganó tres copas de Austria.
En 1926 el Mozart del fútbol, como lo apodaban por su vistoso estilo a la
hora de asociarse con el balón, comenzó a formar parte de la selección de su
país. Ese equipo fue ganándose el respeto por sus notables jugadores. El Wunderteam, como
se lo llamaba a aquel conjunto europeo, producía
la admiración del mundo futbolero, y tenía como figura y capitán, al hombre en
cuestión. Los austriacos obtuvieron importantes resultados como la medalla
plateada en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, y la semifinal en el
Mundial 1934, en donde fueron “sacados”, en un partido dudoso (a Sindelar le
anularon dos goles válidos por supuesto off side), por la Italia de Benito
Mussolini, quien había utilizado el evento deportivo como propaganda fascista: la
que ganara la Copa del Mundo no podían ser otra que la mismísima azzura.

Fue entonces que se llevó a cabo el partido, que muchos aseveraron que
tenía el resultado puesto antes de empezar: los alemanes debían ganar sí o sí. Con
las autoridades del Tercer Reich en el palco, no
había opción. Pero fue entonces que la figura de Matthias Sindelar
se volvió más grande aun. El Mozart del fútbol apareció con todo su esplendor
para marcar un gol de antología dejando perplejos a los germanos. Pero la
rebeldía del capitán no terminaría allí. Consumada la conquista, se negó a
hacer el tradicional saludo fascista invocando respeto, y festejó con un baile
provocativo frente al palco donde estaban las autoridades nazis. El partido
terminó 2 a
0 a favor
de Austria.
A partir de aquel día comenzó una
persecución del régimen contra el jugador por considerarlo “peligroso” y un “subversivo de las ideas del sistema”.
Sindelar se negó al exilio. También rechazó todas las citaciones para jugar en
la selección germana, acusando lesiones, que obviamente, no tenía. El constante hostigamiento del aparato
represor lo llevaron a dejar el fútbol: el primer objetivo de Hitler estaba
cumplido. Pero Führer fue por más. Su manual de procedimientos aberrantes le
dictaba que debía deshacerse del talentoso jugador. La GESTAPO
(Policía secreta alemana)
se encargó de hacerle la
marca personal más difícil de su carrera. Le estaba jugando un partido de vida
o muerte.
El
hombre de papel tuvo que refugiarse en la clandestinidad, y después de
estar desaparecido durante algunos meses, el 23 de enero de 1939 apareció sin
vida en su departamento junto a su esposa, María Castagnola. La causa de muerte
fue inhalación de monóxido de carbono. Algunos afirman que fue un suicidio y
otros le atribuyen el horrendo desenlace a militares nazis. Cualquiera de las
dos hipótesis fue causa de una obstinada persecución.
Su fallecimiento provocó un gran
impacto en la gente. A su funeral acudieron más de 15 mil personas desoyendo a
las autoridades del Tercer Reich quienes alertaban severas represiones a los
que acudieran al entierro.
Fue el mejor futbolista de su país.
Pero será recordado también por su valentía a la hora de oponerse a la crueldad
de un sistema perverso que sometía a través del miedo y la represión. Sindelar
es reconocido como un héroe en su tierra. Su partido. El partido de la memoria
y el coraje, lo lleva ganado hace decena de años.
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