El 8 de octubre 1933, San Lorenzo recibió a
Gimnasia en un encuentro clave en la carrera al título. Ante los reiterados
fallos arbitrales en su contra, los jugadores del Lobo decidieron realizar un inaudito método de protesta: ¡una sentada en pleno campo de juego! Después de recibir siete goles, el árbitro dio por suspendido el match y ganadores a los de Boedo, quienes se alzarían con el título aquel año.
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El jugador de San Lorenzo convierte uno de los goles ante la pasividad premeditada del arquero Herrera. |
El campeonato de 1933 parecía tener dueño.
Estaba todo dado para Gimnasia de La Plata pueda consagrarse campeón como años
antes en el amateurismo. “El expreso” – como se lo conocía por su paso
arrollador- era un quipo formidable que contaba con la base que había logrado
el título en 1929. Ya sin Pancho Varallo (vendido a Boca), José María Minella tomó
las riendas de líder y gran figura del conjunto tripero que mantuvo la punta
durante 27 fechas. Pero los arbitrajes quisieron –vaya a saber por que razón-
que eso no fuera así.
Los platenses venían de un
partido bastante desfavorable frente a Boca Juniors -uno de sus inmediatos
perseguidores- en donde se le dio un penal a favor inexistente y se le
convalidó un gol en claro offside al conjunto Xeneize. En la jornada 28,
Gimnasia fue a Boedo, en donde lo esperaba un equipo en gran nivel que lo
asechaba a sólo un punto debajo. Y vino la debacle. Después de un primer tiempo
sin goles, el arbitro Rojo Miró cobró tiro libre para el Lobo ante una falta
que había sido claramente – cuenta los testigos de aquella época- dentro del
área. Otra vez la injusticia menoscababa la ilusión de Gimnasia. Pero eso no
iba a ser todo, ya que minutos después, el colegiado iba a dar por válido un
gol a San Lorenzo, luego de un remate, aduciendo que la pelota había
superpuesto la línea de meta. Todos los presentes reconocieron que el arquero
había parado el balón antes de que éste la traspusiera.
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"El Expreso", conocido a aquel equipo de Gimnasia de 1933 |
El enfado se apodero del
conjunto platense y decidieron, en modo de protesta y aversión ante la estrepitosa
labor arbitral, sentarse en plena cancha. El juez siguió el encuentro y permitió
que los jugadores azulgranas hicieran
cuatro goles más. Luego de llegar al 7 a 1, Rojo Miró decidió dar por suspendido el
partido y los tres puntos quedaron en manos de San Lorenzo, que luego ganaría
dicho campeonato.
El boicot sufrido por aquel equipo de Minella y compañía – más allá de la discutible reacción del equipo- aún perdura en aquellos memoriosos hinchas de Gimnasia, humillados por un fútbol que, ante la ausencia de televisión, se permitía estos arrebatos. “El expreso” tenía todo dado para alzarse campeón y no pudo o no lo dejaron. Más de ochenta años después el Lobo sigue sin poder coronarse campeón de Primera División. Un club con historias de adversidades e infortunios para derrochar.
El boicot sufrido por aquel equipo de Minella y compañía – más allá de la discutible reacción del equipo- aún perdura en aquellos memoriosos hinchas de Gimnasia, humillados por un fútbol que, ante la ausencia de televisión, se permitía estos arrebatos. “El expreso” tenía todo dado para alzarse campeón y no pudo o no lo dejaron. Más de ochenta años después el Lobo sigue sin poder coronarse campeón de Primera División. Un club con historias de adversidades e infortunios para derrochar.
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