Antonio Piovoso fue el único futbolista de Primera División desaparecido
por la última y más sangrienta dictadura militar. Fue arquero de Gimnasia de La
Plata, donde jugó tres partidos aunque ninguno de ellos como titular. Compañero
de Gatti, hoy a 40 años del golpe recordamos su singular historia que se manchó
de horror así como la de otras 30 mil personas.
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Antonio Piovoso junto al Loco Gatti en Gimnasia |
El 6 de septiembre de 1977 un grupo de oficiales armados vestidos de
civil irrumpieron en el estudio de arquitectura 2a&2i de las galerías
Williams, ubicadas en la calle 8 en la ciudad de La Plata. Tomaron por sorpresa
a los empleados y sin muchos preámbulos, y con una brutalidad característica de
un estado represor, los agentes detuvieron al personal que se encontraba en las
oficinas. Buscaban a Jorge Martina, un arquitecto militante del Partido
Comunista. Pero el destino quiso que fuese Antonio Piovoso quien estuviese en
el lugar y en el momento equivocado. El Tano, que no era más que un simple
estudiante de arquitectura, fue víctima del atropello militar. Mientras le
propinaban una feroz golpiza a Martina en el suelo, los uniformados le juraban
a Piovoso: “A vos también te vamos a llevar por pelo largo”, según relató
Moiranio, amigo y testigo del Tano en el Juicio. Y así fue. Desde aquel día no
se supo nada más ni de él ni de Martina.
Pero su historia ligada al
fútbol arrancó mucho tiempo antes. Piovoso hizo todas las inferiores en
Estudiantes de La Plata(en donde no pudo debutar) para luego cruzar de vereda y
recaer en Gimnasia. Allí sería tercer arquero, suplente del Loco Gatti y de
Daniel Guruciaga. Pero tan peculiar como efímera fue su carrera que solo
disputó tres partidos en Primera y ninguno de ellos como titular. Su debut fue
el 19 de abril de 1973 en la derrota del Lobo contra Argentinos Juniors en La
Paternal, entrando a los 41 minutos por el lesionado Guruciaga. Así, como una
especie de maldición, jugó dos partidos más contra All Boys y Rosario Central
respectivamente (en ambos reemplazó a Gatti) en los cuales también su equipo se
vio derrotado. Para colmo, sus actuaciones, según reflejan las crónicas de la
época, no fueron las mejores. Ese fue el principio del fin. El arquero no volvería
a atajar en un partido de Primera División. Pero lejos de alejarse del fútbol, el
Tano trató de reconstruirse jugando en la Liga del interior de Buenos Aires:
Atlético Mones Cazón, Athletic de Azul y Nación de Mar del Plata fueron los
equipos elegidos.
Un año antes de su desaparición, Piovoso decidió retirarse del fútbol
para poder completar más raudamente sus estudios universitarios (estaba
cursando quinto año en la Facultad de Arquitectura de La Plata). No obstante, sus
sueños se desmoronaron aquel 6 de septiembre de 1977 en manos del grupo comando
del ejército. Una historia que carece de notoriedad de la cual el fútbol no
puede ni debe olvidar.
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