Fue modelo, periodista,
actor, bombero y hasta dirigió la
primera de All Boys. Llegó al fútbol de manera poco convencional e implementó
una curiosa metodología de entrenamiento basada en terapias alternativas. Su máxima virtud fue su perspicacia
para codearse con políticos, artistas y personalidades de Hollywood. Aquí la
historia de un personaje tan singular como su nombre.
Pocos son los que lo recuerdan. Algún que otro futbolero de
memoria prodigiosa o de raíces blancas y negras. Su paso por All Boys como DT fue
tan efímero que no muchos asocien su nombre con una pelota de fútbol. Y quienes
lo hagan no será seguramente por sus aportes a la táctica y la estrategia, sino
por el personaje que circunda a Orestes Katorosz.
"Casi me levanto a Cindy Crawford" es una tanta de
las frases en el haber de Orestes que lo pinta de cuerpo entero. El hombre de
los mil empleos fue, entre tantas cosas, corresponsal de guerra, bombero, periodista, locutor, modelo y también
director técnico. Pero para comenzar a entender la excentricidad de este
personaje, comencemos explicando quién fue Kastorosz antes de su llegada a la
dirección técnica de All Boys, allá por el 2000.
Orestes Kastorosz nunca jugó al fútbol de manera profesional.
Su escuálido currículum deportivo solo
contaba con algunas participaciones en equipos amateurs y un puñado de pruebas
en el Cosmos de Nueva York, en donde tuvo la suerte de compartir prácticas con
Frank Beckenbauer. Ya retirado de las canchas, supo ser ayudante del cuerpo
técnico de la selección de Australia en las Eliminatorias al Mundial de Estados
Unidos 1994.
Su vida extradeportiva, en cambio, abarca un sinfín de anécdotas
que lo convirtieron en un personaje singular. Fue periodista y locutor en la Argentina y el exterior.
Llevó a cabo el duro oficio de ser corresponsal en diferentes países de
Latinoamérica en época de guerrillas. Fue productor en diferentes programas y
hasta modelo publicitario de comerciales en América, Estados Unidos y Europa.
En su rol actoral compartió elenco con Rodolfo Ranni, Adrián Suar, Carlos
Calvo, Raúl Taibo, Mariano Martínez y Natalia Oreiro. Y como si eso no le
alcanzara, Orestes quiso ponerle una pizca más de vertiginosidad a su vida y
decidió, entre tras cosas, ser jardinero de famosos e incluso “internarse” en
un cuartel de bomberos en Nueva York para experimentar bien de cerca la convivencia con el peligro.

Su etapa como técnico
de All Boys
Como pocas cosas en su vida, la llegada de Katorosz a la
dirección técnica no se dio bajo los carriles normales. Con un currículum
futbolero poco plausible para el puesto, un grupo económico vio el negocio más
allá del desafío deportivo: desembolsó
40 mil pesos por mes (importante suma en ese entonces) y lo colocó en el
conjunto de Floresta. Los inversores apelaron a su perfil alto y su extraña
metodología de trabajo, que consistía, entre tantas cosas, en largas jornadas
de meditación y alteración en los números de las camisetas para confundir a los
rivales en las marcas. Se sabía que si los buenos resultados llegaban, los
márgenes de ganancias serían exponenciales. Pero nada de eso ocurrió.
Luego de 8 partidos y de cosechar 12 puntos sobre 24, las
duras peleas internas con su propio cuerpo técnico lo alejaron del puesto. Fiel
a su estilo, Orestes se fue de la dirección técnica no sin antes disparar
contra lo que hasta ese entonces había sido su grupo de trabajo: “Se me reveló
mi gente: primero Sánchez -ayudante de campo-, ahora Viana – el preparador
físico- me quiere serruchar el piso”.
De naturaleza excéntrica y espíritu aventurero, Orestes
Kastorosz fue una de las tantas rarezas que guarda la historia del fútbol
argentino en su haber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario