Historias superclásicas
Pasaron ya
más de 100 años de aquel primer Boca River jugado el 24 de agosto de 1913.
Sucesos de esta índole dejan una huella, una marca, un antecedente. Varios de
ellos graban a fuego, para bien o para mal, a jugadores, técnicos, e hinchas. Decoran
tapas de diarios, enriquecen de historias y de anécdotas las amarillentas páginas
de los libros de fútbol.
Por eso, a modo
de previa del duelo copero de esta noche, repasaremos hechos inéditos vividos
en más de un siglo de Superclásicos.
Goleada histórica
El 23 de
diciembre de 1928 se dio la mayor goleada entre ambos equipos. El Xeneize
derrotó al Millonario por 6 a
0, en condición de visitante. El partido se presentó, desde el comienzo,
totalmente adverso para River. A los tres minutos de juego, Boca ya se imponía
en el resultado. Promediando el primer tiempo, luego de un centro, dos
jugadores del conjunto local saltaron a cabecear, con tanta mala suerte, que se
golpearon entre sí. Dicho impacto le causo la conmoción cerebral a ambos
jugadores, lo que generó que los millonarios tengan que afrontar el partido con
9 jugadores (en ese entonces no había cambios). A partir de allí, se desató el
vendaval de Boca: Esteban
Kuko y Roberto Cherro, con dos goles cada uno, aumentaron a cinco la diferencia.
A diez minutos del final, otro jugador de River se retiró
lesionado. Ya en un partido sin equivalencias de once contra ocho, los Xeneizes
no tuvieron piedad y liquidaron la historia, anotando el sexto. Algunos
testigos cuentan que el árbitro y los jugadores, de común acuerdo, decidieron
dar por finalizado el encuentro aun con algunos minutos por jugar.
Di Stéfano, al arco
El 30 de julio de
1949, River y Boca llegaban últimos en la tabla de posiciones. Ambos conjuntos
protagonizaron un duelo picante en el Monumental. En un momento del partido,
Amadeo Carrizo cayó al suelo revolcándose de dolor producto de un golpe
aplicado en la zona hepática. Como consecuencia de ello, el arquero de River
tuvo que salir del campo para ser atendido. Quien ocupó su lugar debajo de los
tres palos durante seis minutos fue, nada más ni nada menos que, el gran
¡Alfredo Di Stéfano!
El partido
terminó en victoria millonaria por 1
a 0 con gol de Labruna.
La
insólita expulsión a Silvio Marzolini
Era todo de Boca. Los goles, el resultado, el desarrollo del
partido y las cargadas. El Xeneize ganaba tres a cero en el mismísimo
Monumental y Juan Carlos Rodríguez, el árbitro del encuentro, notó que tanto Ramón Ponce como Hugo Curioni se mofaban
de los hinchas locales. Advertido de esta actitud, el juez le avisó a
Marzolini, capital de Boca, que si las burlas continuaban, el propio lateral
izquierdo sería expulsado por la irresponsable actitud de sus compañeros. El
cuarto gol llegó, las chanzas siguieron y la roja para Marzolini no se hizo
desear. El rubio defensor fue expulsado tras el festejo de gol.
La única final: Boca 1 River
0
River y Boca se enfrentaron cantidad de veces: por torneos, copas nacionales e internacionales y amistosos. Sin embargo, una sola vez el Superclásico fue testigo de una final. Ocurrió en 1976, en la cancha de Racing. El 22 de diciembre de aquel año, Boca derrotó a River por 1 a 0 con gol de Rubén Suñé.
Luego de una falta cerca del área riverplatense, el Chapa,
con suma ligereza, apuró los trámites y pateó el tiro libre sin la orden del
juez, mientras Fillol acomodaba la barrera. No obstante de eso, el árbitro
otorgó como válido el gol con el que Boca pudo dar la vuelta olímpica frente a
los ojos de su eterno rival.
Boca local en el… ¡Monumental!
El año 1984 fue nefasto para los dos grandes del fútbol
argentino. Boca atravesaba una época de magras campañas y exiguo presupuesto, a
tal punto que recurría a los fibrones para poder numerar sus camisetas. River,
por lo tanto, andaba esquivando el descenso incesantemente. En ese contexto se
jugó el clásico del 26 de junio.
Boca tenía suspendida su cancha y decidió, con el aval de la
dirigencia millonaria, hacer de local en el Monumental. El partido terminó 1 a 1 con goles de Ariel Krasouski para Boca e Ivar Stafuza,
en contra, para River. Lo anecdótico, aquella tarde, fue la localia.
Pelota naranja y
vuelta olímpica
El 6 de abril de 1986 Boca recibía
en la Bombonera a River. El Millonario venía de consagrarse campeón tres fechas
antes pero sus jugadores no querían perderse la oportunidad de festejar el
título en la casa de su archirrival. Antes del comienzo del encuentro, el
conjunto visitante dio una especie de vuelta olímpica (en realidad, fue una
“semivuelta”) de cara a los hinchas xeneizes, quienes enfurecidos, les
arrojaban cualquier tipo de elementos contundentes con el solo fin de impactar
en la humanidad de alguno de los futbolistas.

Para Comizzo que lo escucha por radio

Promediaba el segundo tiempo y
Boca ganaba 1 a
0 con gol de Sergio Manteca Martinez, hasta que el árbitro, Juan Carlos Loustau, cobró un penal a favor del
conjunto visitante.
De repente, la atención se situó a
100 metros
del arco xeneize. Sí, en la otra área de donde deberían estar posados los ojos
del público. Mientras Comizzo miraba atento la ejecución del penal de su
compañero, desde la tribuna de Boca le arrojaron una radio amarilla. En tono de
broma, el arquero de River agarró la radio, se puso los auriculares y sintonizó
la transmisión del partido de espaldas al campo de juego y frente a los hinchas
locales. Comizzo pensaba en festejar el gol de cara al público bostero. Pero eso
no ocurrió: aunque la radio anduvo perfectamente, Navarro Montoya le contuvo el
penal a Hernán Díaz y el grito del arquero quedo contenido en la garganta.
Finalmente, Boca derrotó a River y
se consagró campeón ese mismo torneo, cortando así una sequía de once años sin
títulos. Tiempo más tarde el ex arquero declaró con tono jocoso: "Si me encuentro una radio tirada en la calle, no
la toco ni en pedo, sólo la miro".
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