jueves, 7 de mayo de 2015

Historias superclásicas

Historias superclásicas

Pasaron ya más de 100 años de aquel primer Boca River jugado el 24 de agosto de 1913. Sucesos de esta índole dejan una huella, una marca, un antecedente. Varios de ellos graban a fuego, para bien o para mal, a jugadores, técnicos, e hinchas. Decoran tapas de diarios, enriquecen de historias y de anécdotas las amarillentas páginas de los libros de fútbol.  
Por eso, a modo de previa del duelo copero de esta noche, repasaremos hechos inéditos vividos en más de un siglo de Superclásicos. 

Goleada histórica

El 23 de diciembre de 1928 se dio la mayor goleada entre ambos equipos. El Xeneize derrotó al Millonario por 6 a 0, en condición de visitante. El partido se presentó, desde el comienzo, totalmente adverso para River. A los tres minutos de juego, Boca ya se imponía en el resultado. Promediando el primer tiempo, luego de un centro, dos jugadores del conjunto local saltaron a cabecear, con tanta mala suerte, que se golpearon entre sí. Dicho impacto le causo la conmoción cerebral a ambos jugadores, lo que generó que los millonarios tengan que afrontar el partido con 9 jugadores (en ese entonces no había cambios). A partir de allí, se desató el vendaval de Boca: Esteban Kuko y Roberto Cherro, con dos goles cada uno, aumentaron a cinco la diferencia.
A diez minutos del final, otro jugador de River se retiró lesionado. Ya en un partido sin equivalencias de once contra ocho, los Xeneizes no tuvieron piedad y liquidaron la historia, anotando el sexto. Algunos testigos cuentan que el árbitro y los jugadores, de común acuerdo, decidieron dar por finalizado el encuentro aun con algunos minutos por jugar.



Di Stéfano, al arco

El 30 de julio de 1949, River y Boca llegaban últimos en la tabla de posiciones. Ambos conjuntos protagonizaron un duelo picante en el Monumental. En un momento del partido, Amadeo Carrizo cayó al suelo revolcándose de dolor producto de un golpe aplicado en la zona hepática. Como consecuencia de ello, el arquero de River tuvo que salir del campo para ser atendido. Quien ocupó su lugar debajo de los tres palos durante seis minutos fue, nada más ni nada menos que, el gran ¡Alfredo Di Stéfano!
El partido terminó en victoria millonaria por 1 a 0 con gol de Labruna.

 La insólita expulsión a Silvio Marzolini

Era todo de Boca. Los goles, el resultado, el desarrollo del partido y las cargadas. El Xeneize ganaba tres a cero en el mismísimo Monumental y Juan Carlos Rodríguez, el árbitro del encuentro, notó que tanto Ramón Ponce como Hugo Curioni se mofaban de los hinchas locales. Advertido de esta actitud, el juez le avisó a Marzolini, capital de Boca, que si las burlas continuaban, el propio lateral izquierdo sería expulsado por la irresponsable actitud de sus compañeros. El cuarto gol llegó, las chanzas siguieron y la roja para Marzolini no se hizo desear. El rubio defensor fue expulsado tras el festejo de gol.


La única final: Boca 1 River 0

River y Boca se enfrentaron cantidad de veces: por torneos, copas nacionales e internacionales y amistosos. Sin embargo, una sola vez el Superclásico fue testigo de una final. Ocurrió en 1976, en la cancha de Racing. El 22 de diciembre de aquel año, Boca derrotó a River por 1 a 0 con gol de Rubén Suñé.
Luego de una falta cerca del área riverplatense, el Chapa, con suma ligereza, apuró los trámites y pateó el tiro libre sin la orden del juez, mientras Fillol acomodaba la barrera. No obstante de eso, el árbitro otorgó como válido el gol con el que Boca pudo dar la vuelta olímpica frente a los ojos de su eterno rival.



Boca local en el… ¡Monumental!

El año 1984 fue nefasto para los dos grandes del fútbol argentino. Boca atravesaba una época de magras campañas y exiguo presupuesto, a tal punto que recurría a los fibrones para poder numerar sus camisetas. River, por lo tanto, andaba esquivando el descenso incesantemente. En ese contexto se jugó el clásico del 26 de junio.
Boca tenía suspendida su cancha y decidió, con el aval de la dirigencia millonaria, hacer de local en el Monumental. El partido terminó 1 a 1 con goles de Ariel Krasouski para Boca e Ivar Stafuza, en contra, para River. Lo anecdótico, aquella tarde, fue la localia.

Pelota naranja y vuelta olímpica

El 6 de abril de 1986 Boca recibía en la Bombonera a River. El Millonario venía de consagrarse campeón tres fechas antes pero sus jugadores no querían perderse la oportunidad de festejar el título en la casa de su archirrival. Antes del comienzo del encuentro, el conjunto visitante dio una especie de vuelta olímpica (en realidad, fue una “semivuelta”) de cara a los hinchas xeneizes, quienes enfurecidos, les arrojaban cualquier tipo de elementos contundentes con el solo fin de impactar en la humanidad de alguno de los futbolistas.
En la semana previa al Superclásico, Hugo Orlando Gatti había pasado por las oficinas de Adidas para pedir una pelota naranja, ya que el afamado arquero suponía que, con la gran cantidad de papelitos y serpentinas que se arrojaría al campo, la visión del balón le causaría más de un dolor de cabeza. Con la aprobación del árbitro del encuentro, Francisco Lamolina, aquella pelota de color llamativo y de corriente uso en los inviernos europeos, apareció en la Bombonera. Aquella Tango de color anaranjada pasó a la historia porque en el primer tiempo, El Beto Alonso convirtió uno de sus dos goles con dicho balón. Terminada la primera parte, Boca retiró del partido la pelota, acusándola de traer mala suerte. Sin embargo, el segundo tiempo, el diez de River volvió a marcar el segundo y definitivo gol, ya con el tradicional balón blanco. Aquel partido quedó inmortalizado para los hinchas de River como “el día de la pelota naranja”. Dicho balón se exhibe, hasta el día de hoy, en el museo riverplatense. 


Para Comizzo que lo escucha por radio

Boca-River nuevamente cara a cara. ¿El estadio? La Bombonera. ¿Los protagonistas? Ángel David Comizzo y la hinchada de Boca. ¿La fecha? 11 de octubre de 1992.
Promediaba el segundo tiempo y Boca ganaba 1 a 0 con gol de Sergio Manteca Martinez, hasta que el árbitro, Juan Carlos Loustau, cobró un penal a favor del conjunto visitante.
De repente, la atención se situó a 100 metros del arco xeneize. Sí, en la otra área de donde deberían estar posados los ojos del público. Mientras Comizzo miraba atento la ejecución del penal de su compañero, desde la tribuna de Boca le arrojaron una radio amarilla. En tono de broma, el arquero de River agarró la radio, se puso los auriculares y sintonizó la transmisión del partido de espaldas al campo de juego y frente a los hinchas locales. Comizzo pensaba en festejar el gol de cara al público bostero. Pero eso no ocurrió: aunque la radio anduvo perfectamente, Navarro Montoya le contuvo el penal a Hernán Díaz y el grito del arquero quedo contenido en la garganta.
Finalmente, Boca derrotó a River y se consagró campeón ese mismo torneo, cortando así una sequía de once años sin títulos. Tiempo más tarde el ex arquero declaró con tono jocoso: "Si me encuentro una radio tirada en la calle, no la toco ni en pedo, sólo la miro".

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