El frío impiadoso que revestía aquel 19 de mayo de 1978 castigaba a cada uno de
los 25 jugadores que entrenaban con la Selección de Cesar Luis Menotti. Un
viernes gélido de mucho trabajo en campo: ejercicios físicos y con pelota. Aunque
el entrenamiento se desarrolló de manera natural, no fue un día más: era la
antesala a la lista de los jugadores para el Mundial de 1978. En el lugar se
respiraba olor a tristeza y desconsuelo.
La tarde comenzaba a despedirse y allí fue cuando el Flaco
decidió acabar con la incertidumbre y dar la noticia. Terminada la práctica y sentado
sobre la pelota, miró a cada uno de los 25 futbolistas a los ojos y les dio la
noticia a tres de ellos que su sueño mundialista terminaba en ese momento (por
entonces eran 22 jugadores los que conformaban la lista). Los nombres fueron: Bottaniz,
Bravo y Maradona.
Aquel joven zurdito de tan solo 17 años, de melena profusa y
habilidad descollante, sufriría una de sus decepciones más grandes de su vida. El
pibe Maradona se quedaría sin Mundial. Una noticia difícil de digerir e
imposible de aceptar.
Allí fue que aparecieron compañeros y referentes para darle
una palmada en el hombro, un abrazo de contención o unas palabras de aliento. Leopoldo
Jacinto Luque fue uno de los primeros que se acercó. “Mirá, nene. Quedate
tranquilo que vas a jugar 3 ó 4 Mundiales. Yo sí me tendría que pegar un tiro
si quedaba afuera, a vos te queda mucho por delante", lo consoló.
Quienes compartieron con el 10 aquella concentración
coinciden en el recuerdo. Diego tenía la mirada perdida. Cabizbajo, su vista no
podía levantar vuelvo y la tristeza, que no le cabía en su cuerpo, se
exteriorizaba por los pasillos del hotel como una onda expansiva que se llevaba
por delante todo lo que estuviera a su paso.
Entrada la noche, Enrique Omar Sívori se encontró a Diego oficina
del 3° piso de la Editorial Atlántida. ¿Cuál fue el motivo? Sívori, una voz más
autorizada para hablarle a “Dieguito” sobre los sinsabores y el éxito que le
esperaba en el duro camino del fútbol, quería arroparlo con toda su experiencia
y sabiduría.
Sin embargo, nada fue consuelo para el joven Maradona. "Oiga
Maestro (dirigiendóse respetuosamente a Sivori), creáme que yo estoy para jugar
un Mundial, sería muy feliz y haría más felices a mis viejos si el Flaco me
hubiese puesto en la lista. Además –agregaba Maradona – yo no digo que me ponga
de entrada ¿vio?, pero de a ratitos yo le hubiera sido útil al equipo, le digo
lo que siento Don Sivori…".
Si bien el inconsciente futbolero cree que a Diego le
cortaron las piernas en el Mundial de 1994, aquel desenlace en Estados Unidos
fue la remake de lo vivido 16 años antes cuando Menotti le dijo que no sería
parte del Mundial 1978. Como alguna vez confesó el propio Maradona, ese dolor fue el combustible para una maquinaria que, a partir de allí, arrancó y no se detuvo más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario