lunes, 21 de mayo de 2018

Maradona también quedó afuera de la lista



El frío impiadoso que revestía aquel  19 de mayo de 1978 castigaba a cada uno de los 25 jugadores que entrenaban con la Selección de Cesar Luis Menotti. Un viernes gélido de mucho trabajo en campo: ejercicios físicos y con pelota. Aunque el entrenamiento se desarrolló de manera natural, no fue un día más: era la antesala a la lista de los jugadores para el Mundial de 1978. En el lugar se respiraba olor a tristeza y desconsuelo.  
La tarde comenzaba a despedirse y allí fue cuando el Flaco decidió acabar con la incertidumbre y dar la noticia. Terminada la práctica y sentado sobre la pelota, miró a cada uno de los 25 futbolistas a los ojos y les dio la noticia a tres de ellos que su sueño mundialista terminaba en ese momento (por entonces eran 22 jugadores los que conformaban la lista). Los nombres  fueron: Bottaniz, Bravo y Maradona.
Aquel joven zurdito de tan solo 17 años, de melena profusa y habilidad descollante, sufriría una de sus decepciones más grandes de su vida. El pibe Maradona se quedaría sin Mundial. Una noticia difícil de digerir e imposible de aceptar.
Allí fue que aparecieron compañeros y referentes para darle una palmada en el hombro, un abrazo de contención o unas palabras de aliento. Leopoldo Jacinto Luque fue uno de los primeros que se acercó. “Mirá, nene. Quedate tranquilo que vas a jugar 3 ó 4 Mundiales. Yo sí me tendría que pegar un tiro si quedaba afuera, a vos te queda mucho por delante", lo consoló.
Quienes compartieron con el 10 aquella concentración coinciden en el recuerdo. Diego tenía la mirada perdida. Cabizbajo, su vista no podía levantar vuelvo y la tristeza, que no le cabía en su cuerpo, se exteriorizaba por los pasillos del hotel como una onda expansiva que se llevaba por delante todo lo que estuviera a su paso.
Entrada la noche, Enrique Omar Sívori se encontró a Diego oficina del 3° piso de la Editorial Atlántida. ¿Cuál fue el motivo? Sívori, una voz más autorizada para hablarle a “Dieguito” sobre los sinsabores y el éxito que le esperaba en el duro camino del fútbol, quería arroparlo con toda su experiencia y sabiduría.
Sin embargo, nada fue consuelo para el joven Maradona. "Oiga Maestro (dirigiendóse respetuosamente a Sivori), creáme que yo estoy para jugar un Mundial, sería muy feliz y haría más felices a mis viejos si el Flaco me hubiese puesto en la lista. Además –agregaba Maradona – yo no digo que me ponga de entrada ¿vio?, pero de a ratitos yo le hubiera sido útil al equipo, le digo lo que siento Don Sivori…".
Si bien el inconsciente futbolero cree que a Diego le cortaron las piernas en el Mundial de 1994, aquel desenlace en Estados Unidos fue la remake de lo vivido 16 años antes cuando Menotti le dijo que no sería parte del Mundial 1978. Como alguna vez confesó el  propio Maradona, ese dolor fue el combustible para una maquinaria que, a partir de allí, arrancó y no se detuvo más. 



sábado, 6 de enero de 2018

Cuciuffo, la historia de un campeón del mundo con un trágico final

Aunque arrancó como suplente en el Mundial de México, a fuerza de entrega y sacrificio terminó siendo una pieza importante en el equipo de Bilardo que se consagró campeón del Mundo en 1986. En 2004, una maniobra desafortunada con su camioneta le hizo perder la vida de la manera más absurda.


La risa fácil, su gran sentido del humor, una tenacidad y profesionalismo envidiable son las características que más rápido se vienen a la memoria de aquellos que transitaron de cerca la vida con José Luis Cuciuffo. En 1980, aquel joven de apellido caricaturesco, que le valió más de una nota en la revista Humor, comenzaba a ganarse un nombre en la historia del fútbol argentino.

Surgido en Huracán del barrio La france de Córdoba, debutó en la primera de Chaco for Ever, luego de ser cedido por Talleres. Allí sus destacadas actuaciones, hicieron que la dirigencia de la T lo volviera a contratar. En 1981 tuvo una destacada actuación en un equipo cordobés que contaba con figuras como Luis Galván, José Daniel Valencia, Miguel Ángel Oviedo y José Omar Pepona Reinaldi.

Al año siguiente, la dirigencia de Vélez posó sus ojos sobre Cuchu y lo contrató. En el conjunto velezano jugó  entre 1982 y 1987 un total de 185 partidos, marcando 8 goles. Su gran performance permitió, nada más ni nada menos, que Carlos Salvador Bilardo lo convocara al Mundial de 1986, en donde pudo materializar el sueño más grande en la carrera de cualquier futbolista: ser campeón del Mundo.


Ya habiendo levantado la Copa del Mundo, Boca Juniors fue la siguiente escala de Cuciuffo. En el club de la Rivera estuvo tres temporadas, en las que consiguió la Recopa 1989 y Supercopa 1990. Aunque no fue el único grato recuerdo con la azul y amarilla: el 6 de septiembre de 1989 marcó el 1 a 0 definitivo para darle la victoria al Xeneize en el  Superclásico.


Con varios títulos en su haber, a Cuchu le había llegado la hora de probar suerte en el fútbol europeo. Y hacia allá fue. La Liga francesa lo cobijo. Jugó en el Nîmes Olympique y en el Stade de Reims, convirtiendo 8 goles en 94 partidos.  

En la recta final de su recorrido como jugador, Cuchu retornó a su Córdoba natal aunque esta vez no a Barrio Jardín. Se pudo dar el gusto de vestir la camiseta del club de sus amores: Belgrano. En el Pirata tan sólo jugó 14 partidos debido a que una operación de meniscos le puso punto final a su carrera como futbolista.

EL MUNDIAL

José Luis Cuciuffo fue citado por Carlos Salvador Bilardo para jugar el Mundial de México 1986 por su destacada actuación como marcador central en Vélez Sarsfield. Sin embargo, llegó a tierras aztecas siendo una alternativa y no dentro del esquema titular. Cuchu fue ganándose su lugar entre los once con el transcurrir del torneo. En los primeros partidos, frente a Corea del Sur e Italia, el defensor cordobés no jugó ni un minuto. No obstante, en el tercer partido, en la victoria 2 a 0 frente a los búlgaros, Cuciuffo entró en el equipo titular como stopper y nunca más salió. Terminó jugando 5 de los 7 partidos que disputó Argentina y fue pieza importante en la consolidación del equipo campeón. Es más, las crónicas deportivas de la final frente a Alemania lo destacan por su gran actuación.

UN DESENLACE FATAL

Aquel sábado 11 de diciembre de 2004 el destino hizo su jugada más impiadosa. Cuciuffo, había ido a cazar (una de sus pasiones) a Bahía San Blas, a unos 80 kilómetros de Carmen de Patagones, en el sur de la Provincia de Buenos Aires. Cerca de las 19.30 tuvo lugar el absurdo accidente. Cuchu estaba manejando su Chevrolet Blazer con la compañía de su amigo Oscar Alberto Beltramo cuando pisó una vizcachera, lo que provocó un brusco movimiento de la camioneta y que su carabina calibre 22, que llevaba apoyada entre sus piernas y con el cañón apuntando a su humanidad, se disparara. La bala ingresó por el abdomen y destruyó su hígado. Aunque se trató de compensarlo en un primer momento por la gran pérdida de sangre, no hubo mucho más que hacer. Mientras era trasladado al Hospital de Carmen de Patagones, el ex Boca falleció.

Tres días después, una multitud se acercó para despedir sus restos en el barrio cordobés del Cerro de Las Rosas. "Era alguien que siempre tenía una sonrisa en la boca y todo el humor cordobés", lo describió a la perfección Sergio Batista, su compañero de selección. Y de esa forma es como lo recuerdan todos aquellos que lo conocieron.