Aunque arrancó como suplente
en el Mundial de México, a fuerza de entrega y sacrificio terminó siendo una
pieza importante en el equipo de Bilardo que se consagró campeón del Mundo en 1986.
En 2004, una maniobra desafortunada con su camioneta le hizo perder la vida de
la manera más absurda.
La risa fácil, su gran sentido del humor, una tenacidad y profesionalismo
envidiable son las características que más rápido se vienen a la memoria de aquellos
que transitaron de cerca la vida con José Luis Cuciuffo. En 1980, aquel joven de
apellido caricaturesco, que le valió más de una nota en la revista Humor, comenzaba a ganarse un
nombre en la historia del fútbol argentino.
Surgido en Huracán del barrio La france de Córdoba, debutó en la primera de Chaco for Ever, luego de ser cedido por Talleres. Allí sus destacadas actuaciones, hicieron que la dirigencia de la T lo volviera a contratar. En 1981 tuvo una destacada actuación en un equipo cordobés que contaba con figuras como Luis Galván, José Daniel Valencia, Miguel Ángel Oviedo y José Omar Pepona Reinaldi.
Al año siguiente, la dirigencia de Vélez posó sus ojos sobre Cuchu y lo contrató. En el conjunto velezano jugó entre 1982 y 1987 un total de 185 partidos, marcando 8 goles. Su gran performance permitió, nada más ni nada menos, que Carlos Salvador Bilardo lo convocara al Mundial de 1986, en donde pudo materializar el sueño más grande en la carrera de cualquier futbolista: ser campeón del Mundo.

Ya habiendo levantado la Copa del Mundo, Boca Juniors fue la siguiente escala de Cuciuffo. En el club de la Rivera estuvo tres temporadas, en las que consiguió la Recopa 1989 y Supercopa 1990. Aunque no fue el único grato recuerdo con la azul y amarilla: el 6 de septiembre de 1989 marcó el 1 a 0 definitivo para darle la victoria al Xeneize en el Superclásico.
Con varios títulos en su haber, a Cuchu le había llegado la
hora de probar suerte en el fútbol europeo. Y hacia allá fue. La Liga francesa
lo cobijo. Jugó en el Nîmes Olympique y en
el Stade de Reims, convirtiendo 8 goles en 94 partidos.
En la recta final de su recorrido como jugador, Cuchu retornó a su Córdoba natal aunque esta vez no a Barrio Jardín. Se pudo dar el gusto de vestir la camiseta del club de sus amores: Belgrano. En el Pirata tan sólo jugó 14 partidos debido a que una operación de meniscos le puso punto final a su carrera como futbolista.
EL MUNDIAL
José Luis Cuciuffo
fue citado por Carlos Salvador Bilardo para jugar el Mundial de México 1986 por
su destacada actuación como marcador central en Vélez Sarsfield. Sin embargo, llegó
a tierras aztecas siendo una alternativa y no dentro del esquema titular. Cuchu
fue ganándose su lugar entre los once con el transcurrir del torneo. En los
primeros partidos, frente a Corea del Sur e Italia, el defensor cordobés no
jugó ni un minuto. No obstante, en el tercer partido, en la victoria 2 a 0 frente
a los búlgaros, Cuciuffo entró en el equipo titular como stopper y nunca más
salió. Terminó jugando 5 de los 7 partidos que disputó Argentina y fue pieza
importante en la consolidación del equipo campeón. Es más, las crónicas
deportivas de la final frente a Alemania lo destacan por su gran actuación.
Aquel sábado 11 de diciembre de 2004 el destino hizo su
jugada más impiadosa. Cuciuffo, había ido a cazar (una de sus pasiones) a Bahía
San Blas, a unos 80 kilómetros de Carmen de Patagones, en el sur de la Provincia
de Buenos Aires. Cerca de las 19.30 tuvo lugar el absurdo accidente. Cuchu estaba
manejando su Chevrolet Blazer con la compañía de su amigo Oscar Alberto
Beltramo cuando pisó una vizcachera, lo que provocó un brusco movimiento de la
camioneta y que su carabina calibre 22, que llevaba apoyada entre sus piernas y
con el cañón apuntando a su humanidad, se disparara. La bala ingresó por el
abdomen y destruyó su hígado. Aunque se trató de compensarlo en un primer
momento por la gran pérdida de sangre, no hubo mucho más que hacer. Mientras
era trasladado al Hospital de Carmen de Patagones, el ex Boca falleció.
Tres días después, una multitud se acercó para despedir sus
restos en el barrio cordobés del Cerro de Las Rosas. "Era alguien que
siempre tenía una sonrisa en la boca y todo el humor cordobés", lo describió
a la perfección Sergio Batista, su compañero de selección. Y de esa forma es
como lo recuerdan todos aquellos que lo conocieron.